La industria del vino nacional atraviesa una etapa compleja. Según las primeras proyecciones para 2025, emitidas esta semana por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), la producción chilena sufrió una disminución del 10 % en comparación con el año pasado, alcanzando 8,4 millones de hectolitros.
El organismo subrayó que esta cifra se ubica un 26 % por debajo del promedio registrado en los últimos cinco años y representa el cuarto año consecutivo de descensos.
La OIV atribuyó esta tendencia negativa a factores climáticos que se han acentuado en la última década. Para 2025, la principal afectación estuvo marcada por las intensas olas de calor en los meses de enero y febrero, además de la persistente escasez hídrica que afecta a las zonas vitivinícolas del país.
Mientras Chile retrocede, otros países de la región muestran panoramas distintos. Argentina se mantiene como el mayor productor de vino en Sudamérica, con 10,7 millones de hectolitros, un volumen similar al del año anterior.
Brasil presentó un repunte significativo, con un aumento del 38 % respecto a 2024, acumulando 2,9 millones de hectolitros y superando en 15 % su media quinquenal.
Fuera de la región, el informe proyecta un crecimiento del 3 % en la producción global, aunque los niveles seguirán siendo bajos en términos históricos debido a cosechas afectadas por el clima en Europa.
Italia se consolidará como el mayor productor mundial con 47,4 millones de hectolitros, mientras que Francia y España enfrentarán fuertes retrocesos vinculados a sequías y calor extremo.
La Unión Europea en su conjunto sumará cerca de 140 millones de hectolitros, lo que sigue representando un volumen inferior a su promedio tradicional.
Desde la OIV recalcan que, de mantenerse estas condiciones, el escenario internacional seguirá marcado por alta variabilidad climática y una oferta limitada del vino.



