La NASA ha puesto en marcha, de manera preventiva y sin precedentes, su protocolo de defensa planetaria. La medida se activó tras detectar la aproximación del cometa 3I/ATLAS, un cuerpo celeste que no pertenece a nuestro sistema solar y cuyo comportamiento desafía los modelos astronómicos tradicionales.
Aunque los expertos aseguran que no existe riesgo de impacto, su paso representa un hito. Es la primera vez que la agencia espacial estadounidense aplica este protocolo ante un objeto de origen interestelar, en lo que considera un ensayo real de coordinación global frente a amenazas cósmicas.
Un cometa con historia fuera del Sistema Solar
El 3I/ATLAS es apenas el tercer visitante interestelar confirmado que atraviesa nuestro vecindario cósmico, después de ‘Oumuamua (2017) y Borisov (2019). Su denominación —la letra “I” en el nombre— confirma su procedencia más allá del sistema solar.
De acuerdo con observaciones iniciales, el cometa tiene un diámetro estimado de entre 5 y 11 kilómetros, y se mueve a velocidades que superan los 100.000 kilómetros por hora.
Lo que más intriga a los astrónomos no es su tamaño, sino su trayectoria hiperbólica, una ruta que indica que el objeto no volverá jamás tras su paso por las cercanías del Sol.
El fenómeno de la “anticola”
Desde su descubrimiento, el cometa ha mostrado comportamientos que pocos científicos esperaban.
Durante julio y agosto, los telescopios registraron la aparición de una “anticola”, una formación de polvo y gas que, en lugar de alejarse del Sol, parecía apuntar hacia él.
En los cometas normales, la radiación solar empuja el material en dirección opuesta a la estrella, generando una cola luminosa. Pero el caso del 3I/ATLAS es distinto: su estructura desafía la física clásica del viento solar.
El fenómeno, descrito por el astrofísico Avi Loeb y el investigador Eric Keto, fue verificado desde observatorios de Hawai y España.
Aunque algunos especialistas consideran que se trata de un efecto visual, otros sostienen que se trata de una anticola real, formada por partículas grandes que no reaccionan de inmediato a la presión del Sol.
Transformación y nuevas hipótesis
En septiembre, una serie de imágenes obtenidas por el telescopio James Webb mostró un cambio radical: la anticola desapareció y dio paso a una cola tradicional, visible en dirección contraria al Sol.
El fenómeno se explicaría por un aumento en la temperatura del cometa al acercarse a su perihelio, su punto más cercano a la estrella, previsto para el 29 de octubre.
El análisis espectral reveló que el dióxido de carbono es el principal impulsor de su actividad, liberando chorros de gas y polvo que remodelan su aspecto en cuestión de días.
Entre julio y octubre, el cometa habría perdido cerca de 2 millones de toneladas de masa, aunque esta cifra representa solo 0,00005 % de su peso total.
¿Objeto natural o tecnología extraterrestre?
Avi Loeb ha planteado una hipótesis audaz: si los cambios observados fueran impulsados por un tipo de propulsión controlada, podrían tratarse de una tecnosignatura, es decir, evidencia de una tecnología ajena a la Tierra.
No obstante, la comunidad científica mantiene cautela. La mayoría de los investigadores coincide en que el 3I/ATLAS es un cometa natural, aunque su comportamiento inusual seguirá bajo observación.
Chile, protagonista en el descubrimiento
El hallazgo de este visitante interestelar tiene sello chileno. El cometa 3I/ATLAS fue detectado el 1 de julio de 2025 desde el telescopio ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), ubicado en Río Hurtado, Región de Coquimbo.
Gracias a los cielos despejados del norte del país, Chile se convertirá en uno de los principales puntos de observación durante su paso por el hemisferio sur.
